Colocar, desplazar, ubicar un cuerpo, describe la atención que se percata que somos el cuerpo a su vez ubicado por aquello percibido. La erosión es mutua: clasificar, talar, cortar, mutilar, restar, sustraer. La atención es una irritación del cuerpo y la mente, un desacomodo, hecho de “sustancia de cuerpos” y sus cesuras, gracias a las que “la materia se transforma y redistribuye” en pies, huesos, azúcar, o en el paisaje, la geografía y las imágenes de la memoria.

Ubicar un cuerpo consiste en la yuxtaposición de aquellos registros (geografías, ortopedias, físicas y mentales) acentuando el proceso de tala y transformación mutua. El silencio y la cesura no son aquí represión freudiana, sino un camino a la lengua poética no materna de Huidobro.

La escritura de Amanda Leonor sigue el extraño y solitario camino de una sobriedad radical (como Beckett, Oppen, Millán). La claridad meridiana de esta sobriedad por una parte limpia las imágenes de narcisismo, y por otra descubre la austeridad de las cosas tal como surgen a la intuición. Este es un libro reconcentrado y disperso, delicado y feroz. 

 Kurt Folch